Al hilo de mi anterior edición, sucedieron en Córdoba unos hechos que pueden ser catalogados como se quiera, según el cristal que se mire, y que yo califico de podredumbre religiosa en su conjunto.
Las religiones se están convirtiendo en los últimos tiempos en un foco de problemas. El cristianismo, acomodado en occidente bajo las dos banderas de protestantismo y catolicismo, ha ido dejando hacer en una sociedad occidental que parecía librarse de los yugos impuestos por esta religión en el pasado. Sin embargo, la pujanza del islamismo en todos sus frentes, radical y menos radical, esta haciendo despertar de ese letargo al gran estado de San Pedro.
Los principios seculares están tan arraigados en nuestra sociedad que ya no los percibimos como una conquista, como pasa con la democracia. Los sistemas religiosos fundamentalistas estan bastante menos imbuidos de amor que el pentecostalismo. Se caracterizan por el exclusivismo, la certeza y un carácter separatista. (God is dead. Secularization in the west. Steve Bruce)
Resulta cuanto menos curioso que un centenar de turistas austríacos, pais donde las elecciones las ganan los pro-nazis, vengan a pedir tolerancia a la ciudad de Córdoba, cuando en pocos kilómetros de su casa, un gobierno también radical de derechas ha prohibido los minaretes en las mezquitas (Suiza). Les pillaba mas a mano esto, ¿no?
No comulgo con ninguna religión, y he viajado lo suficiente como para conocer las tres grandes religiones en sus santuarios y en todos los casos he respetado las costumbres y normas que se me han impuesto para conocerlos, por ello no entiendo ese afán en provocar reacciones que puedan ser aprovechadas por los integristas de las distintas religiones para enzarzarse en una nueva dialéctica que arrastre a pensar en ello a los ciudadanos que deberían estar más inquietos por encontrar el camino de su futuro.
Esta ciudad tiene un largo repertorio de mártires estúpidos que en plena dominación del islam, y con respeto asegurado para su culto en sus iglesias (que mantenían abiertas junto a las sinagogas), alentados por los obispos de la ciudad estos pobres ignorantes se presentaban en la mezquita a gritar que Mahoma era un cerdo y Alá no era Dios alguno, frente al suyo. Y claro, ante la provocación, se los cargaban. ¿Pretenden ahora los imanes actuales recuperar la historia a la inversa?.
Han pasado demasiados años y la historia se recuerda, para quien quiera leerla. Por favor dejen a los religiosos en sus luchas y que los ciudadanos seculares mantengan su intención de construir el futuro pasando de estos engañabobos. De todos los bandos.
Vive y deja vivir que dijo un sabio. ¿Por que hacer creer algo a quien no quiere?. Allá cada uno con su fe siempre que no perjudique a su hermano.
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