miércoles, 31 de marzo de 2010

Semana Santa

Mi ciudad ya esta de fiesta santera. Quedan lejos los días en que mi abuela al llegar el miércoles santo, nos pedía que guardaramos respetuoso silencio porque "el señor va a morir". Para un crío de 10 años al que han dado vacaciones y esta ansioso por pegar unos balonazos en la azotea, eso era una estupidez, pero a ver quien desobedecía a la abuela. Eran tiempos en que no abrían ni bares, ni discotecas, ni cines, jueves y viernes santo. El paso de los santos por las calles se hacía con cierto grado de misterio y recogimiento. 
Pero eso ya es historia lejana, y hoy tanto los santos como los espectadores gozan de libertades que parece pensarse que vinieron de la mano de Dios, pero no es así, y deberiamos reflexionar sobre ello. Y el bullicio y la reflexion sobre lo sacro se escapa como los cantos de las saetas por entre las callejas de la ciudad.

Yo quisiera aqui lanzar una reflexion más: porqué ha sido la izquierda, la que ha mantenido con subvenciones públicas a toda esta caterva de meapilas y santirilucos. ¿A cuenta de que se ha hecho eso?. En aras al mantenimiento de las tradiciones, la izquierda ha hecho un vano esfuerzo del que ahora se arrepentirá, porque la estética de este tipo de sociedades ha ido calando en los jóvenes de tal forma que ahora se presume de estar en tantas o cuantas hermandades y de ser o no costalero, Una situación que deriva en comportamientos reaccionarios y que en poco ayudan a mejorar una sociedad laica.
He vivido tanto en un lado como en el otro de esta semana santa, y huí avergonzado de la vanidad que se respiraba en las hermandades, del despilfarro fatuo que representan, y tampoco quiero que se vayan al arenal a dar vueltas, pero si que me gustaría que se sufragasen sus propios gastos, que estuviesen más imbuidas del espíritu de aquel al que dicen que adoran, que vivió en la humildad y la pobreza, mientras ellos gozan acumulando riquezas entre los varales, y vanagloriándose de tener más o menos nazarenos o estrenos en la procesión. 

Las tradiciones o se sostienen porque el pueblo las empuja y las conserva, o desaparecen, y a esta que anduvo en situación crítica en los años 80, la democracia la salvó de morir, y ahora devuelve con sibilina audacia un reto de evangelización bastarda que colapsa la ciudad para satisfacer el ego y la vanidad de unos pocos.

Empieza una nueva aventura

He tardado demasiado en incorporarme a esta corriente bloguera. Lo hago empujado por algunos entusiastas de mi verbo que me han animado a que me una también a esa pléyade frikista que invade el submundo de internet. 
Carezco de perfiles en las redes sociales, siempre he preferido una buena conversación a esto, y una mirada sincera de frente que una pantalla fría de ordenador en la que no me dice nada el brillo que despide. Pero como me gustan las emociones he decidido poner las mías en estos momentos al descubierto, donde se puedan ver, y ridiculizar si hace falta, pero también donde otros puedan encontrar apoyo, refugio, e incluso una forma de ver la vida que es mía pero que el trasiego del tiempo me ha enseñado que también comparten muchos.
El blog servirá para escudriñar fundamentalmente la ciudad en la que vivo, pero con la que cada vez me identifico menos, hablare de actualidad, de política, de deportes, de eventos sociales, de sociología, de motos, de coches, de cualquier cosa que aturda en cada momento mi vivencia personal y que piense que puede tener algún interés para cualquiera que quiera leerla.
Si además de eso te molestas, querido lector, en dejarme tus inquietudes personales, bienvenido seas, si tan solo quieres insultarme, ahórrate la molestia, este tahur ya en retirada tampoco esta para mantener duelos verbales con nadie, pasa de mí.
Gracias por vuestra acogida y nos veremos por aqui.